En la parte de atrás de mi corazón tengo un jardín. En él había dos flores: una preciosa lila y una soleada margarita. Pero en mi jardín faltaba una flor cuya semilla había plantado hace tiempo. Le costó salir pero cuando brotó lo hizo sana y firme gracias a sus fuertes raíces que se entrelazaron con mi tierra como la música lo hace con el aire. Esta flor, que resultó ser una preciosa magnolia, se convirtió en el centro de mi jardín y cada día me alegra la vida con su aroma y belleza.
Nada más nacer, a mi magnolia se le cayeron dos pétalos y de ellos nacieron por sorpresa otras dos magnolias que dieron aún más color a mi jardín.Mi segunda magnolia es de un color blanco casi transparente que refleja su paciencia, prudencia, bondad y sabiduría. Es la constancia en estado puro y nunca deja para mañana lo que pueda hacer hoy. En mi magnolia blanca se apoya todo el mundo pero su tallo nunca se dobla. Si algún día lo hiciera sabe que mis otras dos magnolias harían cualquier cosa por ella. Mi magnolia blanca florece en invierno.
Mi tercera magnolia tiene unos pétalos amarillos que llaman la atención a todo el que pasa por delante de mi jardín. Es una magnolia independiente y afectuosa. Es temperamental y se mueve según le dicte su instinto. Disfruta de lo que le ofrece la naturaleza y la vida; hace lo que quiere y lo que le apetece en todo momento. Mi magnolia amarilla no se calla nada y dice las cosas a la cara. Se come a bocados cada día y, siempre es hermosa, pero en verano está resplandeciente.
Mis tres magnolias son diferentes pero tienen algunos rasgos en común. Las tres son incansables a la hora de seguir aprendiendo y son muy trabajadoras. Les encanta hacer las cosas bien y no dejar nada a medias. Las tres son valientes y tienen carácter aunque sea de manera distinta. Saben lo que quieren y no se dejan doblegar por nada ni nadie.
Yo, no tengáis ninguna duda, prometo regaros, cantaros y mimaros cada mañana porque espero que iluminéis mi jardín toda la vida.














