Cada 21 de enero estreno un vestido. Ya llevo 27 estrenos y el de este año ha sido el más elegante y bonito de todos. Fue un vestido sobrio, tranquilo e íntimo. En sus colores se echó de menos algún “feliz cumpleaños” que llevo escuchando desde que nací pero el cariño recibido de los míos cara a cara y por teléfono llenaron cualquier vacío que tuviera mi gran noche de estreno.
Con 27 años me siento joven y tengo más ánimo que nunca para llevar a cabo todo lo que me queda por hacer. Pero también te empiezas a dar cuenta que ya no eres el niño que crees que aún eres. Uno empieza a darse cuenta de que se está haciendo mayor cuando ya no es el más joven de ningún sitio. Hace unos años era el chiquitín en la familia y “el niño” en el trabajo.
Ahora soy de los primos mayores y en el trabajo hay cinco o seis curritos más jóvenes que yo. Uno también se da cuenta que los años no perdonan cuando ve que los actores, cantantes y famosotes de turno de moda son más jóvenes. Ves las revistas y lees: “el actor de 22 años”, “el cantante de 23”… y si pones la tele compruebas que los concursantes de los realities que antes eran dos o tres años mayores que tú ahora son seis o siete años más jóvenes. Un desastre. Otro dato. Ya no eres un pipiolo cuando sigues escuchando la misma música de hace cuatro o cinco años. Aunque de vez en cuando te compras algún disco, te estancas en la música que escuchabas a los veinte. Y esa música será la que escuches el resto de tu vida. Esto de la edad y de cumplir años es curioso. Yo me sigo viendo igual que hace años, pero supongo que es porque me veo todos los días. Me pregunto que pasaría si no tuviera espejos en casa. Y también qué pensará de mí la gente que no me conoce. ¿Me echaran la edad que tengo? ¿Me verán como un chaval más cerca de los veinte o de los treinta? Si lo piensas, la cosa cambia bastante.
A saber lo que piensa la gente. Lo que sí tengo claro es que voy a disfrutar al máximo de mi nuevo y elegante vestido nº 27. Un modelo hecho a medida y tejido por los lazos que me unen a los míos y a las ganas de comerme la vida cada día. Espero que me acompañe en muchos días de fiesta, celebraciones, cenas románticas y no románticas, alegres despertares y noches de magia a lo largo de este año de estreno. ¿Quién sabe? A lo mejor, hasta cojo un taxi en Nueva York como Katherine Heigl, la anatómica protagonista de la película que titula la historia de mi cumpleaños. Estoy abierto a todo lo que traiga el destino bajo el brazo. Tengo 27 años y la vida me sonríe, ¿qué más puedo pedir?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
FELICIDADES RUFINO !!!
Aunque discrepo contigo. El traje que mejor te quedaba era el que te pusiste en tu 5º o 6º cumpleaños, vestido de payasete.
Bueno, lo dicho, que te pongas muchos más. Y a ver si el año que viene te puedes poner el traje de tío Sergio, que ya sabes que tu hermano es todo un SEMENTAL...
AGUR YOGUR
Como mi hermano es un torito,
el año que viene,
vestiré de Tío Fofito.
Gracias macho ibérico.
Desde aqui te pido una cosa:
¡Deja de obsesionarte con el tema de la edad!
Que vaya meses que llevas...
Cada vez que haces mención a New York, se crea en mamá y en mí una especie de compromiso o deuda pendiente, unido a unas ganas renovadas por nosotros de volver a la Gran Manzana como dice tu madre, para pasear por la segunda con la catorce o por la quinta con la treinta y ocho o la una con la otra.
Un deseo, que cada vestido que estrenes, sea de colores vivos, y de corte moderno, alegre y juvenil.
Efectivamente, vestidos alegres y bonitos, no como la mochila ninja de tu drepa.
El blorhel
Publicar un comentario