Ha sido una noche mágica que ha durado más de 30 días. Un sueño de verano que he intentado exprimir al máximo y del que me llevo cientos de preciosas imágenes y buenos momentos.
Hay mañanas en las que despiertas y no recuerdas lo que has soñado. Pero al abrir los ojos esta mañana ha venido todo a mi memoria con claridad y algo de añoranza. Ojalá pudiera seguir soñando para no encontrarme de golpe con la realidad.
Ha sido un sueño largo pero que se ha convertido en corto como todo lo bueno. Ha habido tiempo para todo: playa, montaña, Europa y África. Sin duda, este sueño ha sido un viaje de fantasia y sin descanso que ya está guardado bien dobladito en la mochila de mi vida para abrirlo y rememorarlo cuando me apetezca.
Hay tantas historias que contar de esta efímera ilusión, tantas anécdotas, ataques de risa, vuelos, paseos en barco, billetes de tren y tantos pasos dados que no podré evitar sonreir y suspirar cada vez que recuerde las vacaciones de este verano. Un verano de ensueño que jamás olvidaré.
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