
Llega la Semana Santa y se nos disparan las pasiones. En estos días de fervor religioso y exaltación de la fé, yo también quiero ser mejor persona. Espero no llenarme de
ira en la procesión de coches que me espera en la carretera y no sentir
envidia de aquéllos que han llegado antes y regresarán más tarde de la playa.
Tampoco quiero que me invada la
pereza en estos días y estar todo el día tumbado y perreando como una marmota. Pretendo dejarme la
gula en la nevera de Madrid e intentar comer bien mirando el mar.
Me he convencido a mi mismo de no meter la
lujuria en la maleta; llevo lo justo y necesario para cuatro días. Prometo no dejarme llevar por la
avaricia en los mercadillos y no alimentar mi
orgullo siendo humilde y aceptando que si hace mal tiempo no puedo hacer el ridículo poniéndome las chanclas y el bañador.

Si no cumplo alguno de estos propósitos de Semana Santa, juro hacer penitencia levantándome el próximo lunes a las 7 para ir a trabajar.
Esta imagen de Heidi y Pedro, que hoy han cumplido 30 años, demuestra que aunque haga frío, aunque tengamos que cambiar el flotador por el trineo y aunque en vez de las bermudas llevemos la bufanda, Patricia y yo...
¡NOS VAMOS A LA PLAYA!