
No era de copa, pero mi abuelo acabó con un sombrero puesto. 84 años ya son años, pero las ganas de vida con las que mi abuelo se enfrenta a ellos es impresionante. No para quieto, cuando se le mete algo en la cabeza no hay quien se lo saque, va de acá para allá y siempre se preocupa de enterarse qué pasa en su mundo. Se apunta a un bombardero y disfruta como un niño viendo que los suyos se lo pasan bien y están juntos.
Con él celebramos su cumpleaños en un salón en el que se nos ofrecía una gran cena y baile.
También aprovechamos para ver a recientes cumpleañeros de la familia como mis primas Belén y Almudena, Pilar, Eduardo... pero el gran protagonista fue Benito que, para no perder las buenas costumbres, se puso las botas comiendo pulpo y cordero. Toda la family nos divertimos a lo grande después de romper ese hielo que siempre hay al principio de estos acontecimientos.
A veces las relaciones familiares se enfrían, pero en mi familia tenemos la suerte de que así como se enfrían, se vuelven a calentar. La verdad es que nos reímos mucho, aunque esté mal decirlo, viendo a la tercera edad moviendo la tibia y el peroné. En la sala de fiestas había solemnes parejas que no pararon en toda la noche.
Una señora vestida con una falda negra con raja hasta la cadera incluida, un jersecillo rosa y dorada bisutería fina se puso la pila por la tarde y tenía a su marido (o lo que fuera) arrastrado por la pista de baile. Nos fuimos a la una y media del chiringuito y allí les dejamos. No digo más. Espero que el señor llegara a su casa sano y salvo.Después de “Patriarca Benito” el segundo protagonista de la noche fue Alejandro que está muy guapo y fue de brazo en brazo sin rechistar. 83 años de vida les separan y les unen. Ojalá el chiquitín de la familia pueda celebrar junto a sus bisabuelos y junto a todos muchas más cenas y bailes. ¡FELICIDADES ABUELO! Me quito el sombrero.

En ella también se mezcla el cine, la música y el teatro. Los carteles que iluminan sus calles son los de musicales como Cabaret, Sonrisas y lágrimas, Evita o, como no, Billy Elliot. Londres es puro espectáculo. En ella aprendes a convivir y a moverte gracias a su ritmo y su perfecta puesta en escena. Miradme subido a la farola al más puro estilo Gene Kelly en Cantando bajo la lluvia, pero sin lluvia menos mal.



