lunes, 14 de abril de 2008

DESPERTARES

Hay días en los que te cuesta abrir los ojos. Hay días en los que caes en un profundo sueño del que parece imposible despertar. Hay días en los que la tristeza tira de tí con tal fuerza que parece que tuvieras amarrado a ella un ancla. Hay días que no quieres que lleguen para no tener que enfrentarte a lo que la luz trae consigo. Hay días en los que nada más ponerte en pie estás deseando que vuelva la noche. Hay días en los que sabes que todo va ir mal. Hay días en los que llevas a cuestas una carga tan inmensa que hace de cada paso un esfuerzo. Hay días en los que cuesta respirar, sentir y expresar. Hay días en los que da igual que brille el sol porque todo lo que te rodea es blanco y negro. Hay días en los que coges el coche por la mañana y te gustaría conducir kilómetros y kilómetros hacia cualquier lugar excepto a donde debes ir. Hay días en los que la lluvia acompaña a tu alma. Hay días en los que, sin saber porqué, se te han quitado las ganas de cantar. Hay días en los que te preguntas si vale la pena hasta lo más insignificante. Hay días que lo único que deseas es subir lo más alto que puedas y gritar hasta quedarte sin aire. Hay días sin sentido y sin nada que ofrecer. Hay días en los que la palabra pierde su significado. Hay días en los que suena el despertador y se repite lo mismo que ayer, y que ayer hasta que esos días se convierten en semanas. Pero hay días en los que la sonrisa de un niño, un olor que echabas de menos o una buena película que viste hace tiempo le dan un pellizco a tu corazón que te hace despertar. El color vuelve a ser color, la música suena a libertad y la vida vuelve a ti con una carcajada. Hay días en los que, de repente, vuelves a tener ganas de escribir. Y hoy, es mi día.