viernes, 26 de septiembre de 2008

DESAPARECIDO EN COMBATE

No nos vamos a engañar. Sin Internet en casa, el trabajo se convierte en el único lugar donde volcar mis historias al mundo desde mi rincón del universo. El problema viene cuando el trabajo sólo te deja tiempo para trabajar. Las historias se quedan en el tintero y un tintero lleno no es buen compañero. En cuanto he tenido cinco minutos a la vista he ido ordenando mi cabeza para hacer zarpar todos los barcos que han quedado amarrados en el puerto de mis pensamientos mientras he estado desaparecido en combate. Esta historia contiene cuatro escenas que, sentado en mi butaca, tapado con una mantita y comiendo pipas, recuerdo mirando la pantalla de mi cine de verano.


LA CHICA DE LA PUERTA DE AL LADO

Siempre que recuerdo mi hogar aparecen ellos junto a él. Son más que familia. Me he criado con una pierna en mi casa y la otra en la suya. Cuando me da por pensar con quien podré contar para lo bueno y para lo malo, aparecen ellos como arte de magia en mi mente. Y estoy seguro que ellos sienten lo mismo hacia los chicos de la puerta de al lado. La Baba se nos casó el 25 de julio en la Basílica de Atocha con un gran hombre por dentro y por fuera. Ver a dos hermanas, no de sangre sino de corazón, cogidas de la mano al ver a su pequeña entrar vestida de blanco fue de las cosas más bonitas que he visto en mi vida. Instantes como esos son los que te enseñan que el cariño y el afecto verdadero no sólo hay que alimentarlo cada día sino que se demuestra y se siente en los momentos importantes de la vida. Y en la boda de Nuria hubo mucho sentimiento.
Toda la familia se sintió orgullosa al ver a Nuria más guapa que nunca vistiéndose en su casa. Nos emocionamos en la ceremonia y nos lo pasamos en grande en la celebración. Estoy seguro que junto a David, Nuria va a ser todo lo feliz que se merece. Y aunque su puerta ahora está un poco más lejos que hace unos años, para mí siempre estará al lado.


CARLITOS Y EL CAMPO DE LOS SUEÑOS

31 años son muchos para algunas cosas pero pocos para otras. Es una edad en la que ya hay que ser responsable pero pocos para ser aún un niño grande y seguir soñando. Patronato y yo le regalamos a Carlitos por su cumpleaños unos detallitos que le hicieron mucha ilusión, pero todos ellos envueltos con el deseo de que cumpla todos los sueños que guarda en su campo de fútbol secreto. Ahí van unas estrofas de una canción que me recuerdan a él cada vez que la escucho.

Nadie como tú sabe tanto de mi,
nadie como tú para hacerme reír.
Nadie como tú es capaz de comprender
mis penas mi tristeza, mis ganas de vivir…
Nadie como tú para pedir perdón,
nadie como tú valora esta canción
Nadie como tú me da su protección,
me ayuda a caminar, me aparta del dolor…
Solamente tú lo puedes comprender,
y sólamente tú te lo podrás creer.

En silencio y sin cruzar una palabra,
sólamente una mirada es suficiente para hablar.
Ya son más de veinte años de momentos congelados
en recuerdos que jamás se olvidarán.

Y pasarán los años y siempre estarás
buscando un plan para que se hagan realidad
los sueños que hacíamos antes de ayer al dormir
hablando del tiempo que nos quedará por vivir.

En silencio y sin cruzar una palabra,
sólamente una mirada es suficiente para hablar.
Ya son más de veinte años de momentos congelados
en recuerdos que jamás se olvidarán.

Y sin hablar, sólo al mirar
sabremos llegar a entender que
que jamás ni nada ni nadie
en la vida nos separará.


REINAS

Sólo diez días separaron dos historias de verano. La primera es un clásico del mes de agosto: el cumpleaños de mi madre. Poco la puedo decir más de lo que ya la he dicho o no la he dicho pero sabe que pienso y siento. El mundo siempre ha estado en manos de las luchadoras como ella. Y su mundo es el amor, la paciencia, la transigencia y la sinceridad. No cambies nunca mamá.
La segunda es una aventura inolvidable e inesperada que llenó la vuelta a la rutina de color y música. Sin aviso previo, mi compañera de viaje y yo nos vimos viajando de Bristol a Cardiff para disfrutar del estreno mundial de la última gira de su majestad Madonna. Un dulce fin de semana con un espectáculo arrollador como guinda. Pensaba que no podía morir sin ver a Madonna en directo. Y creedme cuando digo que ahora pienso que no sé como podía vivir sin haber visto a Madonna en directo.
Larga vida a las reinas.



LOS MEJORES AÑOS DE NUESTRA VIDA

Con esta canción abrieron su baile Silvia y Nacho y, hay que decirlo, fue uno de los bailes más emocionantes que he visto jamás. La ceremonia se celebró en El Escorial, un marco incomparable para prometerse amor eterno, ¿no?. La cena fue de lujo y todos los amigos nos lo pasamos genial bebiendo, bailando y la coctelera agitando. Hay que felicitarles porque, a pesar de todos los inconvenientes con los que se han encontrado en el camino, la boda fue perfecta. Una boda perferta para una pareja perfecta.
Se ve que se quieren y que siempre lo harán. Ya estoy deseando que vuelvan de su luna de miel para comentar cada foto y cada risa. Felicidades chicos.

martes, 12 de agosto de 2008

¡QUÉ NOCHE LA DE AQUEL DÍA!

Eva Amaral, Juan Aguirre y el monasterio de El Escorial. Los tres ingredientes esenciales para una noche inolvidable. El momento perfecto y el lugar correcto, como entona una de las últimas canciones de su último disco. Triple sombrero y señora, mi estrella de mar y yo hicimos amigos, botamos, cantamos, bailamos y nos emocionamos con estribillos cargados de fuerza y sentimiento. El concierto fue un vuelo kamikace de más de dos horas hacia la eternidad. Con la luna, las estrellas, los gatos negros de San Lorenzo y siglos de historia como testigos, anoche todos vivimos el momento de olvidar lo que nos separó y pensar en lo que nos une. REVOLUCIÓN.



martes, 5 de agosto de 2008

LA JOYA DEL NILO

A pesar de las esperas en aeropuertos y hoteles. A pesar de los madrugones para visitar los templos. A pesar del sofocante calor a las 8 de la mañana y del cansancio. A pesar de los inconvenientes de un viaje organizado. A pesar del peligro de pillar una gastroenteritis y de lo agobiantes que pueden llegar a ser los vendedores. A pesar de todo, volvería por tercera vez a buscar la joya del Nilo.

Regresar a Egipto pasados los años ha sido una experiencia maravillosa. Recordaba muchos detalles que creía haber olvidado. Egipto es un país en el que el turismo masificado contrasta con calles desiertas en las que sólo se ven a un par de niños jugando sobre un charco de agua embarrada. Es curioso ver como en una misma ciudad los barcos tiran comida y los bolígrafos son un tesoro. Egipto es un país mágico y más aún si tienes la suerte, como yo, de ir acompañado por toda una experta en dinastías, faraones, reinas y misterios egipcios.

Los templos son majestuosos y es inevitable que te recorra un escalofrío por la espalda cuando tocas con las yemas de los dedos relieves tallados hace milenios. Inolvidable Abu Simbel, su monumental puerta y su perfecto interior, el bazar de Assuan, la noche de Luxor, los burros intentando golpear las moscas con su rabo, el aire como fuego, el olor a motor, los perros flacos, la tranquilidad de los ancianos y la mirada de los niños

El frenético tráfico de El Cairo se para ante la paz y grandiosidad que emanan las pirámides de Giza. Y qué decir de las aguas del Nilo. Ahí es donde se encuentra la joya de Egipto. En el río de los ríos. Ver atardecer sobre sus aguas es una imagen que si se ve, nunca se olvida. Su agua como valsas de aceite en ocasiones y bravas como el mar en otras, convierten en un oasis cada centímetro de tierra que la rodea.

Surcando el Nilo desde una faluca, el viajero ve a niños achicando agua en barcas de madera, a padres e hijos transportando chatarra, a mujeres lavando ropa y a campesinos limpiando su ganado. El Nilo está bañado de riqueza y miseria, huele a humo de barco y a jazmín.


Pensar en él y en sus aguas me recuerda las ganas que tengo de volver a un país que atrapa. De contemplar el brillo de la joya de un río que enamora.

martes, 29 de julio de 2008

MANHATTAN

Al segundo lunes después de las vacaciones, uno se da cuenta que ha vuelto. Y más aún cuando ese lunes ha sido duro y el calor de la noche no deja dormir. Mirando la madrugada apoyado en el quicio de la ventana y fumando un cigarro me da por pensar en que cualquier tiempo pasado es mejor. Cierro los ojos y en lugar de ver mi calle desierta, el opaco cielo madrileño, el camión de la basura y a otros desvelados como yo en sus ventanas, veo luces, escaparates, taxis y cientos de personas andando con prisa hacia sus sueños. Cierro los ojos asomado en mi ventana y veo una calle sin final, a una anciana maquillada y con tacones esperando el autobús y a una chica negra con los pantalones caídos y una camiseta de Dolce & Gabanna hablando por teléfono con un enorme vaso de café en la mano. Veo mucho tráfico, un Starbucks en cada esquina y a los mendigos leyendo la sección de deportes. Cierro los ojos y escucho la música de Glen Miller mientras hago volar mi imaginación y despierto en la ciudad que nunca duerme.
Me veo saliendo de mi apartamento de la calle 73 y comprado algo para desayunar en el Papaya’s Grey que recibe a la gente que sale de mi estación de metro. Me veo sentado en Central Park tomándome mi hamburguesa de jamón, huevo y queso mientras observo a la gente pasear al perro, correr o empujar los carritos de sus hijos. Siento el viento en mi cara subido en lo más alto del Ferry que lleva a Staten Island y desde el que se divisa la Estatua de la Libertad. Me veo recorriendo de nuevo la quinta avenida con su olor a tráfico y estilo.

Después de hacer una parada enfrente de Tiffanny’s para comprar en el puesto de comida mejor ubicado de todo Manhattan un plato de pollo con arroz y una coca cola, me veo siguiendo mi camino y decidiendo sentarme en el Rockefeller Center a comer con un tenedor de plástico en la mano y con una sonrisa en la cara. Mi imaginación decide llevarme al edificio Chrysler recorriendo la calle 42 y me veo tomándome un café con hielo y caramelo mientras compruebo que, como en las películas, sale humo de las alcantarillas y el reflejo de la luz al atardecer en Nueva York sobre los edificios y el río Hudson deslumbra más aún que el propio sol.

Al llegar la noche me veo subiendo al último piso del Empire State para ver la inmensidad de la ciudad de los sueños y recorriendo Broadway y Times Square. Ninguna noche brilla tanto como la de Broadway. Desde mi ventana madrileña y con los ojos cerrados, me veo caminando por las calles de Nueva York regresando a mi apartamento de la calle 73 y esperando que el ruido de la noche neoyorkina no me quite el sueño esta madrugada. Entonces bostezo y abro los ojos que me enseñan la realidad del cielo opaco de mi Madrid. Ya es hora de irse a dormir. Soñar, ya he soñado.

jueves, 5 de junio de 2008

PEQUEÑA MISS SUNSHINE

¿Cómo se describe un sentimiento? Yo, sólo lo he podido soñar.

Así comienza una de las canciones más aclamadas durante el concierto de Kylie Minogue en Madrid. Y así nos sentimos las miles de personas que disfrutamos del espectáculo... incapaces de expresar con palabras lo que se expresa bailando. Fueron 3 horas llenas de luz, baile y escenarios con barcos, calaveras y estrellas.

El hada verde de "Moulin rouge", que parece una muñequita frágil e intocable, se quedó encantada con el público español. La cantante australiana lo dio todo en el palacio de los deportes y, como no, el palacio lo dio todo con ella. La verdad es que es impresionante la capacidad artística que transmite; y es admirable ver como se mueve una mujer ya entrada en los 40 y que acaba de superar un cáncer.

La "pequeña Miss sunshine" de la música deleitó a sus seguidores con canciones de ahora y de siempre acabando con una lluvia de oro, unas palabras en español y "lucky", una de sus canciones más universales.

Con la música de Kylie, mi compañera de viaje y yo empezamos el verano. Entre canciones y ovaciones nos desentendimos por unas horicas del día a día y vivimos un martes loco que nunca olvidaremos.
A ver si vamos más de concierto a dar palmas, silbar, botar y sentir la música en su máxima expresión. Que el cuerpo necesita de vez en cuando la fiebre del lenguaje corporal y vocal de una estrella como Kylie Minogue.

viernes, 30 de mayo de 2008

DÍAS CONTADOS

Viajar...
Ya no hay vuelta atrás. Tengo los días contados para volar del sur al norte y del norte al sur. Para soñar y regresar a dos de mis rincones favoritos del mundo.

Tengo los días contados para contemplar de nuevo la majestusidad de El Cairo y la infinidad de Manhattan. Días contados para surcar las aguas del Nilo y las calles de Manhattan. Para que mi mirada se pierda entre la altura de los rascacielos y la inmensidad del desierto. Días contados para montar en taxi y en camello. Para comer hamburguesas y beber té de menta, subir al Empire State y descender por los pasadizos de una pirámide. Navegar en barco por río y mar. Contemplar la estatua que inspira libertad y adentrarme en los templos que la dan.


Tengo los días contados para visitar a la civilización más antigua de la tierra y a la más moderna. Para enamorarme de nuevos, monumentos, gentes, parques, calles y rincones. Para pasar horas y horas metido en un avión, respirar diferentes aires y pisar tres continentes diferentes. Tengo los días contados para vivir 20 días de cine. Tengo los días contados para ponerme el mundo por montera. Viajar...

viernes, 23 de mayo de 2008

EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Caminante no hay camino se hace camino al desear. Y en busca de un deseo y con la mochila a las espaldas, los cuatro fantásticos subimos el monte donde hay clavadas dos cruces en busca de la felicidad.
No soplamos velas, las encendimos. Y juntos, como siempre en lo que realmente importa, pasamos una mañana inolvidable a la que luego se unieron las dos niñas del clan. Nunca unos churros y un montadito de tortilla me han sabido mejor. Y es que cuando la compañía es buena los pasos en el camino son más ligeros. Las cuestas tienen menos pendiente y la vida huele mejor. Sin lugar a dudas, la felicidad se siente cada vez más cerca. Espero que el próximo mayo sigamos todos los fantásticos andando juntos y que seamos más en el camino. Hasta el año que viene Navahonda.